miércoles, 10 de febrero de 2010

El Día Cero

Lunes 1ero febrero.

Fue una mañana tranquila, recibimos a dos que tres migrantes, creo que algunos salieron en el tren de las 11am y a lo mejor otros dos se quedaron. Mi compañero y yo decidimos ir a comer a algún lugar del pueblo. Hasta fuimos a comprar algunas cosas para tener de desayunar y cenar.

Regresamos alrededor de las 5 de la tarde. El taxi se aproxiamba al albergue y mi vista no creía la cantidad de personas que estaban afuera esperando. Mi temor consistía también en que había muchos hombres de color altotes, que la verdad, la verdad, la verdad, me dieron miedo; no por racista ni nada, sino que vez la altura de aquellos hombres que con una cachetadita que te den, te descuentan!

Sin exagerar han de haber sido unas 100 personas, esperando que alguien les abriera las puertas del albergue, para ir al baño, bañarse, comer un poco o simplemente descansar y esperar el siguiente tren.

Haciéndome la muy cool, saludé, les dijimos que se formaran para entrar, que había un registro y que les íbamos a tomar una foto. Todos accedieron.

Empezaron a pasar uno a uno, mi compañero los revisaba a ellos y sus pertenencias, yo les tomaba sus datos y una foto de frente. Empezó a llover; y para que no se mojaran las criaturitas inocentas (NOSOTROS!) los pasamos al pasillo de la casa para que allí hicieran fila y esperaran su turno pa registrarse.

Era un gentío aquello, bárbaro. Un habladero. Todos quería comer, todos se querían bañar al mismo tiempo, todos querían usar el baño... un caos total. Y mi compañero y yo solos como hongos, haciéndonos bolas, tratando de atender todo lo que nos pedían. Pero yo seguía con el registro. Estaba tomando los datos de un hondureño, le tomé la foto y se fue la luz.

Yo me quería morir. El pasillo estaba infestado de gente, todos los negros estaban ahí, grandulotones y con hambre. Scary.

No sabía qué hacer: Gritar, llorar, decirles que conservaran la calma o qué, me quedé muda. Creo que el hondureño decía algo como 'Ah ya ve, por tomarme la foto se descompuso todo' ahorita me da risa, pero en el momento me daban ganas de llorar.

Se me hicieron eternos los 50 segundos que duró el apagón.

Terminamos de registrar a los que estaban. Creo que había un poco de comida lista, inmediatamente algunos de los migrantes se ofrecieron para cocinar. Muchos de ellos son deportados y que habían trabajado en el Chilli's o así. En lo que estaban cocinando, eran como 4 personas. La puerta del albergue seguía llamando a gente y más gente. No parecían dejar de llevar.

Al parecer, como fue puente de 5 de febrero, los trenes trían un horario volteado o no pasaron o no sé. Muchos de ellos comentaron que desde Coatzacoalcos se quedaron estancados.

Para esto, desde que vimos que eran demasiados, inmediatamente nos tratamos de comunicar con el Diácono, el 'responsable' del albergue y de nosotros. Su teléfono apagado; intentamos el cel de sus hijos y nada. Su casa, nada. Incomunicable el hombre pues!! Cabrón!! La neta se pasó de kool-aid, cómo se le ocurre pensar en dejar a dos novatos ahí en el albergue con el riesgo de una situación así.

Total de que yo dije 'Vamos a hablarle al Padre Rafa en México', no sabíamos qué hacer, nos tocó un muchacho que estaba temblando de la calentura y otro que se desamayó mientras estaba haciendo fila para su plato de comida. Resultó que el pobre tenía como 2 días sin comer. Para acabarla de amolar se acabó el agua de los baños. No me quiero imaginar cómo estaba aquello. Ni siquiera me quise asomar.

Gracias a Dios llegó Mary, la enfermera y pues ya entre los tres los organizamos para que se acostaran. Todos en el piso; las poquitas camas obviamente se ocuparon por partida doble.

En medio del relajo recibimos llamadas del padre Rafa, del padre Vladi, de Ricardo, el jesua que nos acompaña en el voluntariado. Como yo vivo en casa de la madre del Diácono, tengo el cel de su sobrina, que vive ahí mismo y pues le marqué. Dijo que él andaba en Veracruz y que no había llegado. O seaaaaaaaaaaa...

Nos marcó el Diácono pero se tranquilizó de que a nosotros no nos pasó nada, porque él pensó que algo nos había pasado. Menos mal, no?

Yo no sé si estoy exagerando pero se me hizo muy mala onda eso que pasó. Mi compañero vive en el albergue, pero decidimos Mary y yo quedarnos porque si algo pasaba, qué iba a hacer el pobre morro, tons al menos si había más gente pues, no sé, al menos 3 cabezas piensan mejor que una.

Pero bueno, como decía, la verdad se me hizo muy mala onda, porque lo que pasó, gracias a Dios no fue nada. Pero no puedo imaginar qué hubiera pasado si cuando se fue la luz, alguno de los migrantes se hubiera puesto violento o algo. O que hubiera pasado en la noche algo, me explico? Es decir, que hubiera pasado algo grave y nosotros ahí solos.

No sé... se me hizo muy gacho la verdad, me sentí abandonada y hasta sentí que mi vida corrió peligro. Que como repito, gracias a Dios, no pasó nada, pero qué mala onda haber corrido el riesgo.


Hasta en la cocina durimeron :(

1 comentario:

  1. AMIGA ME PARECE MUY BUENA TU LABOR Y LA VERDAD QUE TE PONES A PENSAR MUCHAS VECES EN LAS COSAS QUE SE NOS HACEN TAN NORMALES COMO EL COMER 3 VECES AL DIA O EL IR POR UN GUSTO A LA TIENDA O X COSA, QUE YA ESTANDO AHI TE DAS CUENTA DE LA VERDAD NO HAY GENTE QUE NO TIENE QUE COMER SIQUIERA UN DIA... SO SAD... AMIGA ANIMO!!! MANTENOS INFORMADOS TE MANDA SALUDOS RAY Y RGN, SALUDOS A LAS CARMELAS

    ResponderEliminar